No hay una receta mágica para combatir la depresión, pues además de los condicionamientos de nuestra biología, todos estamos sujetos al devenir de los acontecimientos, y cuanto más cercanos más nos afectan; de nuestra satisfacción en relación a ellos dependerá nuestro estado de ánimo.
Lo que sí podemos hacer es cultivar un estilo de vida que nos ayude a no caer en la tentación del desánimo. Si podemos incorporar en nuestra manera de ser las siguientes actitudes, nos ira mejor:
- Una visión amplia de lo que nos sucede, asumiendo los aspectos positivos y negativos, tratando siempre de mejorarlos.
- Integración en el entorno, cuidando las relaciones familiares y sociales.
- Asumir que parte de nuestro tiempo es necesario emplearlo en obligaciones que no deseamos, y tratar de usar más tiempo de forma satisfactoria.
- Permitirse expresar sentimientos y deseos. Las consecuencias no suelen ser tan catastróficas como se suelen anticipar.
- Tratar de tener una sexualidad satisfactoria.
- No ser monotemático, diversificar las actividades e intereses.
- Aceptar que podemos cometer errores y perdonárnoslos.
- Mantener viva la curiosidad y el espíritu de superación.
- Conocerse uno mismo en sus limitaciones y potencialidades.
- Procurarse el descanso necesario.
La depresión reactiva parece que se entiende mejor, como por ejemplo, cuando muere un ser querido. Pero cuando no hay causa aparente, la desesperación se apodera del enfermo y de su entorno.
A los familiares hay que orientarles en el sentido que entiendan la depresión como una enfermedad terrible, de la que al paciente no le es posible salir "con un pequeño esfuerzo por su parte". Puede ser tan invalidante como una cardiopatía, dependerá de su momento evolutivo.
En el ser humano hay una tendencia natural a justificar las cosas, solo cuando tenemos una explicación de lo que sucede nos sentimos mejor, ya que así podemos orientar nuestra conducta, por eso se tiende a buscar una justificación, una causa o motivo de la enfermedad, y una vez "localizado", se trata de animar al enfermo a superar la supuesta causa, pero normalmente solo se conseguirá agobiarle, ya que él no sabe lo que le pasa, y los argumentos de los demás le abruman y le demuestran que no le entienden.
Al deprimido no le sirven argumentos ni explicaciones intelectuales. Estamos ante una alteración del estado de ánimo, y el ánimo tiene que ver con el mundo afectivo; ese será el camino más adecuado para ayudarle; hacerle sentir que se le quiere y que se le necesita como ser humano, que se cuenta con él para cuando él pueda ayudarnos. Hacer ésto sin agobiar es un arte. He aquí algunas sugerencias:
Escúchele, pero no llegue a agotarse con su oscura visión. Cambie de tema, por ejemplo hablándole, haciendole partícipe o conocedor de sus propios proyectos; le ayudará a mitigar la soledad.
Si quiere estar solo, respétele, salvo si sospecha riesgo de suicidio. Hable con su psicólogo o con su psiquiatra.Si el riesgo de suicidio es alto, el ingreso en urgencia hospitalaria esta justificado.
Incorporele a la vida. A cada uno en la medida que pueda, tal vez con pequeños encargos. Deje que le acompañe mientras Ud. hace sus propias tareas.
A veces la irritabilidad es parte del problema, no entiende que le pasa y se irrita consigo mismo y con lo que le rodea. Sea paciente, y si es preciso, hagale saber que cuenta con Ud. pero que hay cosas que no está dispuesto a tolerar. Los límites pueden ser clarificadores.
Las personas que conviven con un deprimido, han de tratar de estar bien, de cuidarse, porque si no lo hacen, pronto no podrán cuidar a nadie. Tal vez ellos mismos necesiten ayuda psicológica.
Lo mejor que puede hacer la familia es procurar que el afectado de depresión acepte que esta enfermo y que necesita ayuda profesional.
Angel Marín TejeroPsicólogo-TerapeutaNº Colegiado M-03258
Lo que sí podemos hacer es cultivar un estilo de vida que nos ayude a no caer en la tentación del desánimo. Si podemos incorporar en nuestra manera de ser las siguientes actitudes, nos ira mejor:
- Una visión amplia de lo que nos sucede, asumiendo los aspectos positivos y negativos, tratando siempre de mejorarlos.
- Integración en el entorno, cuidando las relaciones familiares y sociales.
- Asumir que parte de nuestro tiempo es necesario emplearlo en obligaciones que no deseamos, y tratar de usar más tiempo de forma satisfactoria.
- Permitirse expresar sentimientos y deseos. Las consecuencias no suelen ser tan catastróficas como se suelen anticipar.
- Tratar de tener una sexualidad satisfactoria.
- No ser monotemático, diversificar las actividades e intereses.
- Aceptar que podemos cometer errores y perdonárnoslos.
- Mantener viva la curiosidad y el espíritu de superación.
- Conocerse uno mismo en sus limitaciones y potencialidades.
- Procurarse el descanso necesario.
La depresión reactiva parece que se entiende mejor, como por ejemplo, cuando muere un ser querido. Pero cuando no hay causa aparente, la desesperación se apodera del enfermo y de su entorno.
A los familiares hay que orientarles en el sentido que entiendan la depresión como una enfermedad terrible, de la que al paciente no le es posible salir "con un pequeño esfuerzo por su parte". Puede ser tan invalidante como una cardiopatía, dependerá de su momento evolutivo.
En el ser humano hay una tendencia natural a justificar las cosas, solo cuando tenemos una explicación de lo que sucede nos sentimos mejor, ya que así podemos orientar nuestra conducta, por eso se tiende a buscar una justificación, una causa o motivo de la enfermedad, y una vez "localizado", se trata de animar al enfermo a superar la supuesta causa, pero normalmente solo se conseguirá agobiarle, ya que él no sabe lo que le pasa, y los argumentos de los demás le abruman y le demuestran que no le entienden.
Al deprimido no le sirven argumentos ni explicaciones intelectuales. Estamos ante una alteración del estado de ánimo, y el ánimo tiene que ver con el mundo afectivo; ese será el camino más adecuado para ayudarle; hacerle sentir que se le quiere y que se le necesita como ser humano, que se cuenta con él para cuando él pueda ayudarnos. Hacer ésto sin agobiar es un arte. He aquí algunas sugerencias:
Escúchele, pero no llegue a agotarse con su oscura visión. Cambie de tema, por ejemplo hablándole, haciendole partícipe o conocedor de sus propios proyectos; le ayudará a mitigar la soledad.
Si quiere estar solo, respétele, salvo si sospecha riesgo de suicidio. Hable con su psicólogo o con su psiquiatra.Si el riesgo de suicidio es alto, el ingreso en urgencia hospitalaria esta justificado.
Incorporele a la vida. A cada uno en la medida que pueda, tal vez con pequeños encargos. Deje que le acompañe mientras Ud. hace sus propias tareas.
A veces la irritabilidad es parte del problema, no entiende que le pasa y se irrita consigo mismo y con lo que le rodea. Sea paciente, y si es preciso, hagale saber que cuenta con Ud. pero que hay cosas que no está dispuesto a tolerar. Los límites pueden ser clarificadores.
Las personas que conviven con un deprimido, han de tratar de estar bien, de cuidarse, porque si no lo hacen, pronto no podrán cuidar a nadie. Tal vez ellos mismos necesiten ayuda psicológica.
Lo mejor que puede hacer la familia es procurar que el afectado de depresión acepte que esta enfermo y que necesita ayuda profesional.
Angel Marín TejeroPsicólogo-TerapeutaNº Colegiado M-03258
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